Thursday 9 July 2009







¿Qué haces aquí, Elías?
[I Reyes, 19, 9]

Shlomo Avayou


Este artículo fue publicado

en ¨El Nuevo Mundo Israelita¨,

Caracas, 2000


“La creatividad y lo sagrado” fue el tema de la II Bienal de Literatura dedicada a Elías David Curiel, celebrada en Coro del 6 al 8 de octubre de 1999. Siendo yo el huésped israelí del evento, correligionario y coterráneo de la patria espiritual del poeta coriano, cuya vida y creación poética están raigalmente vinculadas a lo esotérico y lo cabalístico, mis anfitriones me honraron al permitirme abrir el evento. Emocionado con la visita al cementerio judío del lugar y a la residencia de Curiel, habitada por su presencia patética, decidí deshacerme de mi conferencia preparada, con citas de Borges y de otros maestros ilustres, a favor de lo que llamé: “informe emocional y testimonio personal” sobre mis convivencias en el valle del Jordán y en mis favoritos paisajes del Mar Muerto y del Desierto de Judea.
¿Qué tiene que ver todo esto con Elías David Curiel, con su poesía, el estado Falcón y lo sagrado? Mucho más de lo que yo mismo imaginaba. Fue una derashá sinagogal improvisada o, utilizando el lenguaje lugareño, un sermón evangélico más que un "paper" académico. Lo hice por puro capricho y gusto.
Lo poco que conocía de la poesía de Curiel, su “Desorientación”, desesperado poema sobre el paisaje desértico de Coro; su tan espiritual “La voz del silencio”; su judaísmo, más atávico que estudiado; su propio nombre, nada arbitrario según veremos, me bastaron para elegir el apropiado pasaje bíblico capaz de ilustrar el origen primordial del lenguaje poético, de la poesía profética y, con más exactitud, de su inseparable ambiente desértico, tan apto para las vivencias místicas y origen de las grandes religiones. El pasaje dictó el título de la charla y titula, igualmente, esta breve sinopsis.

* * *
Todo es tan breve en nuestra Biblia hebrea, tan cargado de contenido humano en un lenguaje de sublime belleza que conmueve, ¿porqué no admitirlo? hasta las lagrimas.


Primer paso: “Y deseando morir, dijo: Basta ya, oh Jehová, quítame la vida…”, Es el punto de partida del profeta y, al mismo tiempo, de nuestro poeta coriano, quien sin duda alguna profundizó en lo narrado en esta teofanía, (Itgalút, en nuestros términos), cerca del Monte de Dios, Har Horeb.
No nos iniciamos en la profecía ni en la poesía sin padecer una profunda crisis de identidad, acompañada de la desesperación de lo cotidiano, de lo material, de lo demasiadamente humano, social, político y de otras vanidades. El afectado, desorientado como Curiel en su poema, puede acercarse al suicidio, tiene que tocar fondo antes de emerger a la plena luz del mensaje de su vida y enfrentar la realidad como un luchador invencible. A Curiel esto, según sabemos, le costaría la vida.


Segundo paso: Dos veces siente Elías la orden de levantarse y de comer. La segunda vez no sólo para dejar la idea del suicidio, sino para algo totalmente opuesto: lanzarse hacia adelante: “Levántate y come, porque largo camino te resta”. ¿Por qué comer? Por la misma razón que el judaísmo impone a los dolientes sentarse y comer al volver del cementerio.
“…torta cocida sobre las ascuas…”. Aquí ya se vislumbra la primera alusión a la poesía: torta sí, pero no antes del fuego. El poeta tiene que consumirse sobre las brasas para que brote la poesía. Nada es gratuito, se paga caro, y el temeroso que se marche a casa.


Tercer paso: Elías “Comió y fortaleció (…) caminó hasta Horeb, el monte de Dios” Aquí comienza el peregrinaje interior. Elías, y con él el poeta iniciado, sale al endurecido camino para acercarse al corazón de la existencia y consagrarse a la verdad. No se puede continuar sin responder aquí a la horrible pregunta de una vida humana, reiterada en este pasaje fatal: “¿Qué haces aquí, Elías?”
Que nadie se equivoque. Dios, el omnisapiente, no necesita apoyo humano alguno para localizar a cualquier ser perdido. Es Elías quien muere de miedo ante la esfinge en la encrucijada de su vida: ¿Qué diablos hago yo con esta desgraciada vida mía? ¿Qué sentido tengo que inventar a mis incomprensibles peripecias?


Cuarto paso: La famosa teofanía por medio del viento poderoso que rompía los montes, quebraba las peñas, y luego el terremoto y el fuego. “Pero Jehová no estaba” en ninguno de estos fenómenos aterradores, sino en el “silbo apacible y delicado”, en el “susurro de una brisa suave”, en el “suave murmullo”, según traducciones lamentablemente alejadas del original hebreo. He aquí una versión más fiel no sólo al hebreo, sino también a la esencia de la poesía revelada: “y después del fuego la voz del silencio tenue” (cito de memoria).


No sé si Elías David Curiel dominaba el hebreo, probablemente no, pero, sin duda, el título de su poema “La voz del silencio” demuestra claramente que esta última versión le ha llegado; es decir, tenemos aquí un pasaje que nos permite intuir algo fundamental para la poesía, y tal vez algunas otras disciplinas igualmente importantes como la religión y la filosofía.
Otra vez más el inevitable fuego previo al brote de la poesía verdadera, la profética, la única que merece aquí nuestra atención. Al recibir la segunda y definitiva alusión a la poesía, vuelve y enfrenta, con más urgencia, la eterna y torturadora pregunta: “¿Qué haces aquí, Elías?”

Quinto paso: Elías acepta, fortalecido, su misión de profeta-poeta, no sin preguntarse: ¿Para qué sirve dedicar toda una vida a la poesía dentro de una sociedad normalmente indiferente y muchas veces abiertamente enemiga de los profetas, soñadores y otros visionarios? La respuesta está implicada en nuestro pasaje: la lucha por conocer y proclamar la verdad nos cura y nos salva. ¿De quién?, es legítimo preguntar. Claro está: de todos los ídolos falsos y de sus peligrosos y agresivos adoradores.
Tal es la misión de la poesía, de la profecía de todo culto sincero y verdadero a Dios, judío, cristiano… o ateo. Y last but not least. ¿Hasta cuándo y para quién? Siempre para una minoría selecta: “Y haré que queden en Israel siete mil”. Lo importante no es el número de estos sobrevivientes de la idolatría, puesto que la lucha no se extiende sólo a Israel sino a toda la faz de nuestra aldea global. Lo esencial es que se habla de aquellos seres humanos, sin importar su etnia o su creencia. Simplemente se trata de hombres y mujeres que no perdieron su dignidad,“cuyas rodillas no se doblaron ante Baal y cuyas bocas no lo besaron”.

Para demostrar a mis oyentes de Coro la poesía tuve que leer el original hebreo: No necesitaron ser hebraístas para escuchar la música, el ritmo, el evocativo encanto de ruah-h-h, el viento; el ruido de ra´ash-sh-sh-sh, el terremoto; la onomatopeya de la desértica hierba que al quemarse susurra como serpiente aterrada: esh-sh-sh-sh, es decir, fuego. Ya lo he dicho: pura y sublime poesía, y el que tenga oídos que oiga...
Puedo imaginar a algún pesado erudito preguntando: ¿Y por qué no la prosa? ¡De ninguna manera!, le respondería. Para dos polos tan opuestos, el primero de profunda desesperación, de “quítame la vida”, y el segundo, de elevado éxtasis del poeta-profeta, que se dispone a vivir con determinación su duro destino entre sus familiares, que no hacen otra cosa que arrodillarse ante Baal y cuyas bocas se deshacen al besarlo, la lengua cotidiana, elemental y profana nos traiciona. La prosa no sirve para expresar lo inefable, para hablar de lo que no se habla… Sólo la poesía, esta torta mágica cocida sobre nuestras ardientes ascuas, esta voz, que contra toda lógica, nos hace vislumbrar a su irreconciliable contrario, al silencio sagrado, según nos lo aclara el hebreo: “ve ajar haEsh”, y después del fuego: “kol demamá daka”, la voz del silencio tenue, el único consuelo.

* * *

Mi acercamiento a la poesía de Elías David Curiel, me llevó a comenzar a traducir la obra de este sefardí venezolano bajo la idea de publicarla en Israel, con la colaboración de las autoridades culturales israelíes y venezolanas. Mas, por los acosados avatares político-sociales de Venezuela, la iniciativa no ha sido considerada como merece.
El siguiente episodio, no digo que fue típico o mal intencionado, no me llenó de optimismo. En la exposición fotográfica de Thea Segal sobre las sinagogas del Caribe, realizada en Coro en los días de la Bienal, me acerqué al gobernador del estado Falcón, de apellido igual al de nuestro poeta y le hablé en pocas palabras del proyecto: su reacción me dejó perplejo: “¿Antología bilingüe? ¿castellana-hebrea?… Bueno, al menos si fuera castellana-inglesa…”, reaccionó el gobernante. Lo interpreté, Dios me perdone si me equivoco, como una demostración de desdeño hacia nuestra lengua por su reducido número de hablantes… No pude resistir la tentación de responder: “Señor gobernador, nada de inglés o francés… un libro que hemos escrito en nuestro humilde hebreo es el best seller de todos los tiempos y está traducido a todas las lenguas. Hasta en su propio hogar podrá encontrar algún ejemplar, creo yo…”.
Dejando de lado lo cotidiano y efímero, Elías David Curiel, auténtico venezolano y judío de corazón al mismo tiempo, merece ser conocido y respetado por todos nosotros, con más razón por sus propios hermanos hebreoparlantes en Israel y en todo el mundo. Estoy seguro de que algún día, no sus restos mundanos, que reposan en Coro, sino su poesía trascendente, que pertenece a todos, volverá a su casa, al hebreo, conforme a nuestra audaz y respetada “ley del retorno”.
#

No comments:

Post a Comment