Saturday 18 July 2009

Capítulo 14
PAJAROS A BORDO

A medida que el barrio judío se va vaciando, vienen estos y lo llenan. Por cada familia que se va, vienen tres familias de emigrantes turcos a apretujarse en el lugar que se queda vacante. Nadie los llamó, nadie los quiso aquí, ni siquiera sus correligionarios, pero ellos vienen, impulsando a mas judíos a partir. ¿Quien quiere vivir en la vecindad de esos miserables, con esos seres hoscos y peligrosos? Sin ser invitados vienen a invadir lo que era el ámbito exclusivo de los judíos, su pequeño mundo. Hasta los gatos, las ratas, los árboles y las piedras todo era judío. Y entonces estos empezaron a venir, el diablo sabe de dónde.
Dicen que son de los Balcanes. David no sabe donde quedan esos Balcanes ni que aspecto tienen. Tampoco sus padres estuvieron jamas allí, y todo lo que saben es que de allí provienen todos los males. ¿Que movió a esa gente a abandonar sus lugares e invadir el barrio judío, meterse en los patios como parientes a quienes estuviera permitido introducirse en la intimidad del hogar?
- ¿Cuando partiremos también nosotros a Palestina? - pregunta una y otra vez David a sus padres. Sus condiscípulos vana abandonando uno a uno el aula y desaparecen para no volver. Si todos se van, ¿por que no nos vamos nosotros? ¿Que estamos esperando? Papa y mama escurren el bulto. "Hay tiempo" - dice papa. "No hay plata para los pasajes y los gastos"- dice mama. Y esa gente rara, que habla un turco cerrado, extraño al oído, sigue afluyendo. Al ala en el que vive David, que se desprende del patio grande, han llegado nuevos vecinos. Una familia en tren de desintegración. El padre borracho, solo de vez en cuando aparece por la casa. La mayor parte de las noches las pasa fuera. El hijo mayor se ira, dentro de uno o dos años, al ejercito, pero entretanto no trabaja. Una niña joven , de unos catorce anos. Una vieja flaca y enfermiza, la madre de Selma, la mujer. La vieja permanece tirada en un rincón. Viven en un solo cuarto oscuro, sin ventanas, vecino a la choza de la cocina. Todos son desconfiados y amargos. Solo la mujer y la vieja madre hicieron amistad con Oro, que habla fluidamente el turco.
Selma tiene ojos verdes. Antes que el mundo se le viniera abajo debió haber sido hermosa. Hoy viste harapos y las canas marcan los primeros surcos en su cabellera. No trata de ocultarlas. Es inteligente y de rápida capitación. Nadie le contó sobre las posibilidades de ir a Israel, pero ella insiste: yo sé que Vds. se irán de aquí pronto, no lo niegues - le dice a Oro
- También nos dejamos llevar por las promesas y las palabras del gobierno: en Turquía os espera una vida de libertad, de orgullo y felicidad al amparo de vuestra bandera. ¿Que no nos prometieron? Nuestro gobierno atender a todas vuestras necesidades. A la sombra de la República Turca erguiréis vuestra talla...pensad en la suerte de vuestros hijos, entre los cristianos, entre los enemigos de nuestra patria. Y bien, querida Oro, con nuestras propias manos destruimos el nido...nos tentamos con las hermosas palabras, y aquí nos tienes..."
- Y que tenían allí - pregunta curiosa, Oro.
- No éramos ricos. No teníamos propiedades, pero techo no nos faltaba. Teníamos un viñedo, y un poco de rebano, vivíamos en nuestra casa. Todos, también mama y los niños, trabajábamos y vivíamos decorosamente. Y aquí ¿que? ¿donde est n las promesas del gobierno? ¿Adonde la casa y la granja?
- Y aquí, en el municipio, ¿no les ayudan?
- ¿No lo estas viendo con tus ojos? "Que ellos les den las casas que les prometieron. Aquí hay turcos que lo han perdido todo en la guerra y no hemos logrado rehabilitarlos. A Vds. los tiene que proveer el gobierno. ­ ¡Vayan a quejarse a Ankara! - Así nos dicen esos insolentes del municipio...no nos queda sino revolcarnos en las calles y en los establos, junto con las bestias".
- ¿Por que tu marido no trabaja?
- Al principio el y otros de nuestros hombres exigieron trabajo, para traer pan a la casa...pero no había...nadie ayuda...ahora es imposible sacarlos del café...antes era un campesino...no sabia lo que era un café...¿y el hijo? en tejemanejes en el puerto con putas y traficantes.
- No te desesperes, Selma... un poco mas se ira al ejercito. Ya veras que se convertir en un mozo serio y decente.
- También de el desespere ...Todo lo que ansío es salvar a la pequeña Jedize, es la niña de mis ojos...y tampoco me obedece ya...Sale, regresa, ni siquiera me dice cuando regresar ...Prohibe a su hermano traer a la casa a sus nuevos amigos...Temo por Jedize. Allí, querida Oro, eso no hubiera pasado...la familia era algo sacrosanto...entre los cristianos vivíamos como musulmanes temerosos de Dios, había respeto por los padres, había cortesía.
- No tenemos todavía planes concretos...muchos de nuestros vecinos se levantan y se van...Nosotros no hemos resuelto aún . explica Oro, queriendo compartir con Selma sus temores e inquietudes.
- Hazme caso, Oro, no prestes atención a quien se va y hacia donde. Tu no te muevas de tu casa. No se vayan a esa Palestina de Vds. Tu suerte no ser mejor que la nuestra. Es muy fácil destruir el nido, pero reconstruirlo, cuesta siete veces m s... No prestes oídos a las promesas... acuérdate de lo que te dice tu amiga Selma.
Oro le cuenta a su marido las sombrías profecías de Selma. Esta afligida, confusa...
- ¿Cuantas veces te dije que no te acercaras a esa gente? - se enfurece Shemuel - ¿o quieres que ese borracho y su familia se nos sienten en la mesa?
- No invite a comer a nadie, no te preocupes. Solo hable con ella - se defiende Oro de las exageradas sospechas de su marido.
- Odian a los judíos, igual que todos los otros, o quizás mas... apenas conocen aquí las calles, y ya nos dicen, ­ Váyanse a Palestina! A nosotros, que estamos viviendo en esta ciudad desde la época del diluvio. Y hay otros que dicen, no vayan a Palestina, solo sufrirán allá . A estos los carcome la envidia. No pueden soportar que los judíos tengan su propia patria.
- Pero Shemuel, Selma no hablo de patrias... ¿por que lo inflas todo? - no me refería a ella precisamente. Alcance a conocer y a hablar con muchos de ellos. Eso que ahora tengamos un país propio, contradice lo que esta escrito en sus libros. Le enseñaron que los judíos no encontraran expiación para sus pecados hasta la ultima generación, y ahora esos judíos, los despreciados e indignos, tienen un país, un ejercito, aviones. Es la envidia la que les dicta esos consejos, para impedirnos que nos unamos a nuestros hermanos.
Pasan algunos días, una semana. La vida continua, como si todo iría a seguir así eternamente: la casa, el patio grande, la calle judía, hasta que en una de las noche vuelve a surgir el tema: Palestina.
- ¿Quieres entonces que vayamos también nosotros? - indaga Oro con cautela. Sea que resuelvan viajar o quedarse, ella quiere que la decisión parta de el.
- ¿Que quieres que te diga? No lo se. Créeme que no lo se. Por una parte, quiero ir con todos. Donde esta la suerte de los judíos, que allí este nuestra suerte. La calle se va vaciando y que haremos nosotros entre los salvajes que nos caen del monte y de la aldea y lo arruinan todo.
- Shemuel, no todos son criminales. Hay entre ellos gente muy buena... Al fin y al cabo, a nosotros no nos hicieron daño. Toma a Selma, por ejemplo, o a...
- No se trata de la mujer tal o la familia cual...Es cierto que entre ellos hay buena gente...El problema es que ¿que pasar aquí? ¿que será de nuestro patio? Con los judíos era otra cosa; no nos avergonzábamos el uno del otro...éramos como una gran familia...pero ¿con ellos?
Oro guarda silencio, Shemuel sigue explicando. "Mira, cuantos anos están aquí estas casas. Te lo digo yo: este patio tiene mas de cien anos. Durante setenta u ochenta anos existió aquí un hospital judío que después fue trasladado a Karatash...y desde hace unos treinta anos viven aquí familias judías con sus niños y sus ancianos... y todavía el edificio sigue firme. Cinco, diez anos a lo sumo vivirán aquí los turcos después que nosotros, y todo se desmoronar . Veras. Los propietarios de las casas buscan con velas judíos que quieran ocupar las viviendas que se vacían, y no encuentran. Querramoslo o no, el fin de nuestro patio, de todo este viejo barrio, esta próximo.
- ¨Y que haremos allí? Es decir, si vamos...
- Me preguntas como si ya estuviéramos allí...Nos hemos apresurado a enviar a Rafael y Rivka con el grupo de los jóvenes...Quizás no hubiéramos debido ceder. A veces no duermo por las noches pensando ¿que estarán haciendo allí?... si por lo menos yo tuviera un oficio, no hubiera vacilado en ir para allí para estar con los chicos. Si tuviéramos alguna suma para subsistir los primeros meses, hasta que conozcamos el lugar, la lengua...
- Si lo vendemos todo, apenas nos alcanzar el dinero para los pasajes - acentúa Oro un simple hecho.
- Alcance o no, ¿que otra alternativa nos queda? Los ricos hace mucho que se mudaron de aquí...esos solo sacan provecho de todo ese alboroto. Conquistas, guerras, tributos, emigración, de todo sacan tajada. Casas y bienes se venden ahora casi por nada, después que nos vayamos lo revenderán por todo su valor.
- ¿Tu crees que ellos no vendrán?
- Primero nos mandan a nosotros. Si nosotros nos arreglamos, vendrán detrás sin temor... y si las cosas van mal, entonces se alegraran de haberse librado de los pobres echándoselos a otro...No hay que preocuparse por los ricos, ellos caen siempre parados.
- No son ellos quienes me preocupan...pero nosotros ¿que haremos
nosotros?
- ¿Nosotros? ¿Quien nos pregunta a nosotros? Somos parte de la majada de pobres, habitantes de la judería por generaciones... si nuestros vecinos huyen de aquí para embarcarse, no tenemos mas remedio que hacer lo mismo, y tener esperanza.
- Dios quiera que no nos arrepintamos.
- ¿Que se yo? Hay que confiar un poco en Dios...es forzoso creer.
No todos los emigrantes son de voz suave y modales humildes como la pobre Selma. Los mas groseros llenan los bares, y hablan : Los judíos solo saben vivir de la estafa. ¿A quienes estafan? A todos los demás, naturalmente. Si baja un campesino de Anatolía, lo despluman. Si un emigrante de los nuestros cae en sus manos, lo estrujan hasta dejarlo como un cacharro vacío. Pero allí, en Palestina, ¿a quien engañaran? No podrán vivir de enganarse unos a otros. ¿A cuenta de quien viviran? No habiendo gentiles para engañar, acabaran comiéndose uno al otro..."
- Mejor que se vayan - comenta un avispado - así se alivia la escasez de vivienda, y quedan libres lugares de trabajo. De todas maneras, de nuestros hermanos no podemos esperar nada.
Cierta vez la anciana convido a Oro y Perla con unas pastas rellenas con lentejas que había preparado. Si bien no tenían intención de comerlas, por ser alimento impuro, estas agradecieron profusamente y en secreto lo arrojaron al tacho de los desperdicios. Pero desde ese momento empezaron a darle platos con cocidos y cosas horneadas, como caridad. La anciana agradece en su lengua a sus vecinas quienes sonríen, confusas, pues no hay quien la entienda. Lo que los padres de David no pudieron vender y no quisieron llevar consigo se lo dejan a la familia de Selma. Oro le da a Selma como recuerdo un hermoso cofre de madera, regalo de bodas de un amigo de la familia. Le cuesta separarse del cofre que, según ella ¿fue preparado para las joyas que nunca tuve. Incluso las que tuve las vendí el primer ano de mi casamiento". La anciana, que entretanto se había acostumbrado a los cocidos judíos y sus obras de caridad, se echo a llorar amargamente al enterarse de su decisión de dejar el patio grande e irse a Palestina.
Dos mozos de cuerda conducen el "Bayu", la magnifica cómoda, a su destino.
- Est como nueva...¿cuando la compraron? - pregunta uno de ellos. Los ojos de mama se llenan de lagrimas.
- Si, es un hermoso mueble...como una novia que sale de su casa a la de su marido...el comprador tendrá suerte.
- ¿Nogal? - pregunta el otro.
- Nogal legitimo. No como los que se fabrican ahora.
- Si, hoy no se hacen cosas como estas - corrobora el hombre.
- Antes de la boda fuimos a ver al carpintero. Era un amigo. Tenia una carpintería grande, con dos pisos de muebles, uno encima del otro, un surtido enorme de todos los tipos y estilos. Mi madre, precisamente ella, quería algo moderno, que fuera del gusto de los jóvenes. El dueño del negocio la convenció de que se llevara una de las cómodas "Bayu", un conjunto de cajones con un espejo enorme arriba, al estilo antiguo. "Perla, dentro de poco tendrán niños, y los muebles esos - le dijo senalandole el piso inferior - esos que llaman modernos, son de mirar y no tocar...por dentro no es mas que cola y papeles. Un solo golpe que reciba de los niños y se termino. Lo que yo te estoy ofreciendo es nogal legitimo, nada de rellenos, buena madera y buen trabajo. Un mueble que podrán disfrutar toda la vida y hasta dejarlo en herencia a tus nietos...Hazme caso y no te arrepentirás". Así dijo, y cuanta razón tenia...
El frente de la cómoda remata en un arco, que recuerda la entrada de una casa de ricos. Esta compuesto por gavetas puestas una encima de la otra. Es difícil abrirlas y mas difícil aun cerrarlas, y sobre las cinco pesadas gavetas se posa una plancha de mármol.
El mozo de cuerda retira la plancha de mármol para aliviar su peso y también el espejo que iba encima, ancho y rectangular, que se alzaba según le parecía a David, hasta el techo casi. En una de sus esquinas superiores se aferra un águila de trova mirada, firmemente resuelto a no desprenderse del espejo. Con sus garras y las puntas de sus alas extendidas, parece, en su actitud, no haberse afirmado aun. David ama a este ave de rapiña. Que pena que el águila de madera deba venderse al mejor postor, allí, en la desnuda calle, a la vista de todos.
David recuerda el día en que cubrieron el espejo con una sabana blanca, al morir el abuelo Nissim. La cosa lo intrigo entonces. Si quitara a escondidas la sabana, ¿lo miraría desde el espejo el abuelo Nissim? Entonces ¿para que no quitar ese cobertor para que todos puedan ver al abuelo? ¿Que tiene de malo? "Su alma ansia volver para ver a su familia, pero hay que impedírselo, por que no puede hacer daño a los vivos. Además es necesario que comparezca arriba. No debe demorarse aquí..."
Al pie de la cómoda solían tenderse las alfombras viejas sobre las cuales se colocaban los colchones de los niños. Toda la vida fue parte de la casa. Mas de una vez recibió un golpe de sus aristas filosas, durante sus rindas con Rafael.
Junto a el solía alzarse, majestuoso, el "sepet", o cajón de la ropa de cama, a quien toco en suerte acompanarlos en su viaje a Israel. En cambio, la maquina "Singer", grande y paciente, que tantos cueros y lonas cosió, el armario de ropa de puertas cuadradas - que solía alzarse como un guardián junto a las ventanas que daban al patio grande, sobre la sala de lavado donde en un tiempo lavaban a los muertos, todo eso se lo llevan los mozos de cuerda para trasladarlos a Ergat Bazar y colocarlo allí en una de las aceras para la venta. Da tristeza ver los cuartos vacíos. Tan altos y amplios, solos quedar n por las noches desde ahora. Hasta las cortinas se retiran. Desnuda queda la casa, sin sus pobladores habituales. ¿que será de ella?
Jacques Contente, el marido de la tía Rajel, trae diarios con noticias sobre lo que acontece en la nueva Israel, diarios en francés. Aquí y allá fotos...que dice el francés, que dice el Ingles ...Mucho mejor que todos esos diarios describía lo que pasaba en Israel su amigo Yosef, del taller de costura. ­ ¡Como imitaba el ingles! Era para reventar de risa. Vestido con pesado traje negro - así comenzaba Yosef su descripción - un tipo así, lento de movimientos, tonto y malvado. Su rival, en cambio, el muchacho judío de Palestina, lleva pantalón corto, camisa abierta, y empuña una pistola. Se mueve con agilidad de aquí para allí , y finalmente hace caer en la trampa a sus rivales, al ingles a quien el traje no lo deja mover y al árabe que se enriada en sus sabanas blancas. El heroico judío se atrinchera en los techos, cual águila de filosa mirada - no hay mas que ver las fotos en las revistas y cuando el ingles y el árabe empiezan a trepar hacia arriba, el los empuja y ellos huyen, ­ un héroe, Tarzan, un cowboy!
Faltan pocos meses para la partida. Todos concurren a una de las sinagogas del extremo del barrio, dentro de un patio empedrado, sombreado de moreras y melocotones y que da a dos calles, a cuyas entradas hacen guardia los jóvenes del grupo, como también en las callejas contiguas, sobre los techos, a fin de advertir la llegada imprevista de la policía...es sábado.
La sinagoga est de bote en bote. Algo esta por acontecer aquí, hasta los niños están excitados y esperan impacientes. ¿Que‚ ira a pasar? En vez del sermón habitual sobre religión y moral hablaran sobre Palestina, que ahora es Israel, y entre los oradores, un emisario que llego especialmente de Estambul, y hablar en lengua santa. El Señor Reuben Carmona, quien es el encargado de los asuntos de la "allí" o emigración a Israel traducir las palabras del misterioso huésped y agregar cosas de su cosecha. Una sensación de peligro y clandestinidad lo envuelve todo. Una intensa sensación de dulzura en los corazones. Después del rezo llega el momento cumbre: el tabernáculo se abre de par en par, y detrás de los rollos de la Ley empujados hacia los costados aparece en todo su esplendor una bandera azul y blanca, adherida a la pared con chinches. Un estremecimiento recorre a todos. Se canta " Hatikva" con unción. En muchos ojos aparecen lagrimas. David ase la manga de su padre y sus ojos se aferran al encanto misterioso del tabernáculo, a la bandera del estado judío que aparece, como por arte de magia, sobre la pared. También el se mueve acompasadamente, como todo ese publico que se menea como arboles movidos por el viento.
Las nuevas del Estado. Los pasos del Mesías. Luz resplandeciente después de la gran oscuridad. Es necesario disponer las almas, purificarlas para la próxima allí . Los administradores piden con lenguaje melindroso a sus "hermanos queridos" salir de la sinagoga con la debida cautela, en pequeños grupos, no hacer corros en el camino a las casas y cuidarse de difundir cosas que no deben trascender la intimidad del hogar y del corazón. Cada uno llevara la buena nueva a su familia, con amor y fervor. Un dulce sabor a conjuración, hermandad de los apostados como testimonio, grandes y chicos, en el umbral de la redención.
De modo que David esta próximo a encontrarse con sus hermanos, Rafael y Rivka. ¿Cual habrá sido su suerte allí? ¿Habrán cambiado? ­ ¡Como los abrazara! ­ ¡Como los extraña! Le parece que pasaron muchos anos desde que se fueron. Primero Rafael, de quince anos, y después Rivka, de apenas doce anos. Con el grupo de "Aliat Hanoar". La abuela y la madre lloran. Pero no hay nada que hacer, las serenan. As¡ hacen todos: primero envían a los hijos, y después los sigue toda la familia. Seguramente la tía Vicky y el tío Menasch vendrán a recibirlos a Haifa piensa David al subir a bordo. ¿Lo reconocerán? Si era apenas un niño cuando los dejo en el tren que partía hacia el este, hacia Palestina, a través de las montañas y los desiertos de Arabistan.
"Chumhuriet" (República). Así se llama. Un barco nuevo y orgulloso. Hace su camino con rapidez y seguridad hacia el puerto de Haifa. Sobre cubierta, miles de judíos de nuestra ciudad y otros miles de otras ciudades. Nadie los vio antes. David no sabia que habia tantos judios en el mundo. Muchos de los habitantes de la calle se apretujan en el vientre del barco. El mar esta sereno y el cielo claro. Los entendidos aseguran que no hay peligro de tormenta. Ya paso la temporada de los grandes vientos. Estan ansiosos por llegar a la anorada patria de los judíos. Entretanto, navegan en un barco extranjero. Su capitán y todos sus marineros son gentiles. Todavía bajo el dominio del Tártaro, es decir, del turco, en quien no se puede confiar y puede hacer daño... aunque lo quemen y dispersen sus cenizas sobre las aguas...también desde allí es capaz de subir para dañar al judío. "Hay que ser discreto y no parlotear" - advierte papa Shemuel a todo el que quiera escucharlo. No esta tranquilo con el parloteo de los jóvenes que se pavonean sin necesidad, sin pizca de responsabilidad. "Muchos de nuestros hermanos quedaron allí... hay que pensar también en ellos" - advierte. "Tienes razón" - le dicen, para tranquilizarlo, pero pareciera que nadie comparte su preocupación.
David se evade del vientre del barco y sube, por fin, a cubierta. Huye de la atmósfera sofocante, de los que vomitan. Todos están allí sentados en el suelo, sobre sus bártulos, cada cual con su familia, en la vecindad inmediata de otra familia. Esta aburrido de estar sentado sin hacer nada y sin moverse sobre el piso de madera. Sale a respirar aire puro. Ya es un muchacho y esta firmemente resuelto a no vomitar como los otros. Se conducir como un hombre y se aguantar .
Pasea entre los montones de sogas. Grupos de pasajeros conversan. Observa las olas, cada vez mas altas. Viejos y jóvenes arrojan desde la borda hojazas de pan duro a los peces invisibles de las profundidades. Dicen que han visto un delfín, así dicen. Un chorro de agua que se quiebra. Siente el rostro frío. He aquí la proa y los montones de sogas cubiertas de sal. Sobre ellas se posan pequeños pájaros, tímidos, buscando reposo para sus pequeñas patas. Nunca vio pájaros semejantes en su ciudad. Pájaros extranjeros, del mar. Picadores y flacos. Tal vez logre cazar uno. Pájaros viajeros, "nómadas", los llama alguien que sabe. "Viajan con nosotros, de una patria a otra. Están preocupados, tristes, un poco cansados, ¿que tiene de extraño? Pájaros que reparan fuerzas en su vuelo sobre distancias de mar, sobre peligros".
Dos jóvenes, de unos dieciocho anos o mas, se acercan a las
sogas, están emocionados.
- ¿Nos permitirán llevar la bandera en el desfile? Yo la arrebatare del abanderado y marchare al frente.
- Si no sabes hebreo, ¿como les hablaras?
- No hace falta hablar. ¿Acaso no ven que somos nuevos? Si es una
recepción en nuestro honor...
- Seguramente recibirán el barco con un toque de trompeta y redoble de tambor...el canon en lo alto del monte anunciar a todos: ¡Llegaron, por fin!
- ¿Como saben que estamos por llegar?
- ¡Que pregunta! ¿para que esta el teléfono?
De pronto, uno de ellos se sube sobre el rollo de sogas, como a una tarima o un púlpito, alza el brazo majestuosamente y proclama: "Bulut, bulut, Izmiri unut!" (en turco: Nube, nube, olvídate de Esmirna!). ¡Que hermoso gesto¡ - se admira David del espectáculo - ¡que bien suena la rima!
Dos hombres suben de las entrañas del barco y traen a cubierta a una mujer desmayada. Por Dios, si es Bojora, la vecina. Cuan pequeña es al lado de su gigantesco marido, casi una enana. ¿Habrá vencido el mal de mar a su cuerpo debilitado? Dicen que en el viaje anterior falleció un niño y arrojaron su cuerpo al mar, a los peces. Antes que consigan hacerle recuperar el sentido ya el rumor se difunde: el marido abrió los cestos y vio que la comida rellena que su mujer preparo ya no servia para comer. El calor del barco la había descompuesto. ¿Que‚ hizo? La tiro al mar. Bojora, al saberlo, se desmayo al instante. Había logrado contrabandear tres anillos de oro y varias otras joyas dentro de los embutidos, sin contarlo a nadie. Esta vez el marido la revolear como una gallina de "caparot", con furia, por encima de su cabeza y la arrojar al mar. Que la tonta de Bojora sirva de alimento a los pulpos y delfines. ¡Nadie extraerá a la pobre infeliz de sus manos!
Papa dice que por culpa de esos ligeros de cascos y sueltos de lengua el capitán puede detener el barco y hacerlo volver al puerto de salida, directamente a las manos de la policía turca. ¡Que indiscretos son los judíos! ¡Como no aprenden!
Salvo los cruces en el transbordador a las playas de la bahía, que no cuentan, este es el primer viaje por mar de David. ¿Y si el barco llegara a naufragar, con toda su carga? ¿Como sabe el capitán pilotear el barco hacia su destino, no solo de día, sino también en la completa oscuridad? Dicen que entre el mar Egeo y el mar Blanco, llamado también Mediterráneo, pasa una línea delgada como el filo de una navaja. Es el limite entre ambos mares, como el que existe entre el mar de Marmara y el Mar Negro. ¿Acaso el barco cruzo la linia limitrofe en la oscuridad, y David y todos los que yacen dentro de las entrañas del tiburón negro pasaron de una mano a otra, de un reino a otro, sin que se los consultara, sin que pudieran verlo? ¿Habrán cruzado ya la frontera?
Sobre uno de los rollos de sogas esta sentado un viejecito enteco. Su pelo es ralo y blanco. Si es Erma Yuda, el cabalista. David se alegra con el encuentro. De modo que esta con nosotros, y nadie lo sabe. Bueno es que este hombre santo, el de las suplicas y expiaciones nocturnas, se encuentre a bordo, orando por el barco y la salud de los viajeros.
- Shalom, Erma Yuda - lo saluda David.
- Shalom, querido David - le contesta cariñosamente - Recién ahora subí por primera vez de las profundidades. Allí es difícil estar...no hay aire... ¿Como lo pasa tu abuela Perla?
- ¿La abuela Perla? No est aquí.
- La vi con Vds. en el muelle... ¿La dejaron allí?
- No, no la dejamos...vino a despedirse...su salud no es tan buena. Papa dijo que nos esperaríamos hasta que nos dieran una casa. Pediremos también para ella cuando desembarquemos. Entonces la mandaremos llamar.
- Y entretanto ¿que será de ella?
- La tía Rajel la cuidara. La abuela vivirá con ella.
- ¿Que hacen tus padres abajo?
- Vomitan. Todos vomitan.
- Tienen que subir a cubierta. Aquí hay buen aire. Se puede ya sentir el aroma de Eretz Israel.
- Y Vd. Erma Yuda ¿con quien vivirá allí? ¿Tiene parientes en Haifa?
- No, no me preocupo. Cuando desembarque, les diré. No se preocupen por mi, senores. No necesito casa. Las casas y las tiendas que se las den a los jóvenes, a los padres de familia...a mi, díganme solamente como se llega al Muro de los Lamentos...y estar‚ allí todo el tiempo que este...De allí me encaminare a las tumbas de los patriarcas...y de allí a la de Shimon bar Yojai...y de allí a la tumba de la madre Raquel... Tenemos muchos parientes
allí... no me aflijo.
- Erma Yuda, mañana estaremos en Eretz Israel. Quizás esta misma noche, si el mar sigue tranquilo como hasta ahora... ¿Se puede decir ya que el Mesías llego?
- El Mesías...el Mesías...No, todavía no. Quizás nos estemos acercando. Pero para eso es necesario hacer penitencia, todos juntos y con un solo corazon integro. Mira, nos estamos acercando a la costa...nuestros pies se encuentran en el umbral de Jerusalén, y nuestra gente, ¿que hace? No prestan atención, no rezan siquiera...sino que alimentan delfines y animales del mar...y esos otros se quejan y vomitan...Pero nos estamos acercando, y a pesar de todo, esta escrito, y a pesar de todo, vendrá ...
- ¿Cuando? ¿Tampoco en Eretz Israel? ¿También allí habrá que esperar?
- La salvación del señor es instantánea, David, hijo mío, instantánea... todo es posible. As¡ est escrito. Davico, ¿por que tienes el rostro amarillo? ¿No te sientes bien?
- Me siento bien, no vomite como los otros, se pavonea David, mirando en torno, para ver en los rostros de posibles escuchas la impresión de su aserto. Nadie presta atención a las palabras del anciano.
Para su mala suerte en ese momento el barco se zarandea como una cascara de nuez sobre las olas, y junto con el sus entrañas se apresuran a arrojar todo su contenido directamente a los pies del anciano. Los hombres y muchachos que se entretenían arrojando pan al agua huyen uno a uno de la borda para no ser arrastrados al mar que de pronto cambio de humor. Avergonzado, David corre a esconderse bajo cubierta.
Esa noche el mar estuvo borrascoso. No hubo nadie que no estuviera afectado por el mal de mar. El barco gemía como afiebrado y fuertes golpes repercutían en su interior. Mareados y embotados despertaron todos para el nuevo día, sin fuerzas para subir a cubierta.
- Shemuel, toma al niño y vete con el arriba. Enjúgale la cara con agua. Le hará bien - dice Oro. David subió con su padre. Mientras trataban de ubicar una fuente de agua sus ojos se alzaron hacia la cabina del capitán y las chimeneas de mas arriba.
- Papa, ¿no es nuestra bandera, la de los judíos?
- Por Dios, tienes razón... hay que bendecir...hay que bendecir... murmuro Shemuel, de pie en su sitio, los ojos fijos en el trozo de tela que flameaba en lo alto.
En la línea del horizonte, en la alborada toda pureza y luz, perfilaban el contorno de una alta cadena montañosa. Las ultimas luces de la noche iban apagándose una a una, las luces del puerto de destino. Y la tierra de las promesas se fue alzando hacia el firmamento, envuelto todavía en la niebla azul.
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