Sunday 19 July 2009

Capítulo 6
LA TRIBU DE SANSON

Finalmente la eleccion cayo sobre Salvador. Así se llama uno de los patrones del taller del patio. Un hombre informe, de borroso rostro, una sombra desviada, socio del señor Beja del taller de gorrearía. El significado y sonido del nombre es lo que contribuyo a la decisión. Ahorra explicaciones. Basta este nombre trisilabico. Sal-va-dor, para decirlo todo, para revelar todos los secretos, exponer a los ojos de todos el arcano de los arcanos, transformándolo en sol de mediodía en el centro del firmamento, a la vista de todos. Si todas sus expectativas no son sino una cueva que conduce a otra cueva, sus ansias un laberinto que lleva a otro laberinto, ese nombre es la claridad misma, la sencillez en persona. Todo esta dicho en el: ¡Salvador!
He aquí a Madame Victoria, que en un tiempo fue Sonjula. En su niñez la señora Matilda se llamo Sasbona o Sarota. Fulano recibió el nombre de Abraham en el acto de la circuncisión y zutano el de Yaacov. Hoy se llaman Albert y Jacques. Nombres viejos que perdieron su brillo son arrojados por la borda y trocados por nuevos y hermosos, y nadie pone reparos. ¿Por que, entonces, le dirán nada a David? Mas aun cuando, llegado el momento de la revelación, capten su prodigioso significado. De rodillas caerán delante suyo grandes y ancianos :"Tu eres nuestro salvador, dirán, estremecidos, entre nosotros estuviste y sufriste, ¿como nuestros ojos no lo vieron? Y Salvador, es decir, el anterior David Abulafia, los calmara y les dirá palabras de consuelo y perdón. Enjuagara con piadoso dedo las lagrimas de sus ojos.
Dicen que su nombre es regio. David fue un rey judío, autor de los Salmos, pero aquí, en el barrio, por los pecados judíos y gentiles el nombre, manido y borroso, se marchito y perdió esplendor. Nada espléndido queda en el y en cuanto a Davico o Davitzon, en apariencia apelativos cariñosos, albergan una escondida malevolencia. Cuchillo que se oculta bajo un rebozo de seda, como quien dice: eres pequeñín y flacucho, flojo de brazos, que merece ser esclavo de los gandules de la clase. Y en la calle esos nombres, David, Davitzon, Moshon, Salomon, cobran en boca de gentiles una carga de desprecio y humillación como si hubieran dicho "chifut" o basura judía. No, ninguna pena le dará desprenderse de su nombre que se le antoja gris, feo.
Cuando el secreto de su mesianismo se revele en publico se
congregaran bajo su bandera gente de cerca y de lejos. Todos los
descendientes de Moises atravesaran con ligero paso el río Sambation, que todos los días de la semana esta revuelto y solo en Shabat descansa, y desde lo mas profundo de la tierra de Tartaria llegaran hasta aquí. Valientes gigantes de inimaginable fuerza se someterán a su mando. Todo el ejercito se ordenara a sus pies, cada uno bajo la bandera de su tribu, cada judío, sea hijo de Moisés o habitante de la judería, se unirá a sus hermanos de tribu, la tribu a la cual había pertenecido en la antigüedad.
El ejercito querrá ponerse en marcha pero David no dará señal. Corcovearan los caballos insinuando, llego la hora. Los jinetes jugaran con sus pistolas, haciéndolas rodar sobre el índice de la mano derecha en señal de impaciencia, cuando saldremos de aquí, pero el guardara silencio. El asunto de las tribus lo embrolla, sus nombres y el numero, especialmente el numero, que de ninguna manera se suma a la docena necesaria. No hay a quien preguntar. ¿Quien merece estar en el secreto, en quien se puede confiar ? Tal vez alguno de los maestros del Talmud Tora sepa algo. Pero a David ni se le ocurre arriesgarse a hablar con ellos. Parte de ellos no son judíos e incluso los judíos ponen cuidado de hablar solo en turco. ¿Que saben de Mesías y de tribus ? Solo un golpe imprevisto puede resultar de ponerse al alcance de su mano. Quizás papa pueda resolver el enigma, pero David no sabe como preguntar sin denunciar prematuramente el tremendo secreto. Mas en esos días en que esta enojado con mama, quien vacila en dejar el trabajo en el club del partido en el parque. Los hombres la abordan en el camino de regreso y ella llega con los ojos amoratados de llanto. Hay que ponerle fin al asunto, insiste el, y no tiene paciencia para los niños y sus preguntas.
Erma Yuda sigue viviendo solitario en la casa, después de enviudar de su mujer, Reina, la que cuidaba a los niños. Una prima lejana viene de vez en cuando a lavarle la ropa y poner orden en su vivienda y las mujeres del patio le apartan de sus cocidos y horneo, especialmente en vísperas de Shabat. Es incapaz de atender a sus necesidades en este mundo, pues la mayor parte de tiempo la pasa en la pequeña sinagoga de la cual es bedel desde hace muchos anos. Con todo, a veces se desocupa y se sienta a la puerta de su casa en el patio grande. Entonces, vecinos y vecinas le hacen corro para escuchar sus historias, y los niños se enredan entre las piernas. Las historias se refieren a las hazañas de los cabalistas, dichos en conjuros, en su guerra contra los malignos habitantes de los mundos subterráneos. Esas criaturas solapadas y famosas por sus malas obras, son denominadas por eufemismo "los mejores que nosotros". Otras historias tratan de transmigración de almas que asumen la forma de perros negros que
persiguen y se apegan a los hombres, para redimirse de su bestialidad.
Los criminales de todos los tiempos que siguen sufriendo de esta manera, frotándose contra nuestras piernas como animales domésticos, son dignos de compasión. Los cuentos del viejo no están destinados a los oídos de los niños y no se le ocurriría a David o cualquier otro chico entrometerse en la conversación de los mayores, o hacer preguntas que expresen duda o sorpresa.
Mas de una vez el recuento sin poder llegar a un resultado
satisfactorio. La tribu de Abraham, la tribu de Isaac, la tribu de Jacob. En este orden como en el rezo. A eso se suma Moisés y su hermano Aaron. Esos son los patriarcas, los jefes de las tribus. De los hijos de Jacob agrego a aquellos cuyos nombres podía recordar : la tribu de Juda, la tribu de Levi, la tribu de Cohen y la tribu de Mardoqueo. Cada santo a la cabeza de su tribu, pero suman mas, mucho mas que una docena. En los recreos trata, con suma precaución y andando a tientas, de extraer información de los otros niños. También de los huérfanos, a quienes obligan a rezar en el internado, pero no fue mucho lo que aprendió. Preferían escuchar lo que el tenia que contarles. En cuanto a los niños del barrio, no tiene sentido abordarlos. ¿ Que saben esos revoltosos, criminales judíos peores que gentiles, de los misterios de la Cábala y las antiguas tribus ? No son muchos sus conocimientos, si bien la libertad de que disfrutan despierta en el no poca envidia. David esta harto de todos los ojos que se clavan en el para vigilarle los pasos. Desde el momento de su regreso del Talmud Tora se encuentra bajo vigilancia : le prohiben retozar, le prohiben companias que no son dignas de el, según dicen. Si le dejaran unirse a los grupos de los felices, alegres y orgullosos, piensa amargamente David. La alfombra debajo suyo, un tapiz de Anatolía de basto tejido, desagradable al tacto, le pincha la espalda. Mira el cielorraso lejano, allá en lo alto. Muy por encima de el Dios planea como los pájaros. ¿ Cuando anunciara la partida de las tribus que todavía no recibieron la orden de avanzar hacia Palestina, cruzar las montañas ? David esta acostado sobre la espalda, con la mano puesta sobre el vientre como si estuviera muerto.
En el sueno se le revelara el secreto del numero de las tribus y el orden de su enumeración. Ya intento en el sueno nocturno, y nada sucedió. Hay que estarse quieto y mirar hacia arriba como un muerto, acostado sobre la espalda, con los ojos vueltos todo el tiempo hacia el cielo. El muerto no se mueve porque a través del silencio, a través de la tierra, ve a Dios planeando en lo alto. David se esfuerza por ver a través del cielo raso lo que esta por encima y sus ojos son apresados por la red de imágenes que las líneas de humedad y superficies de moho dibujan y truecan sobre la cal que se descascara. Una triste sospecha se va infiltrando en su corazón. De pronto se abre la puerta, y del encuentro se alarman David que esta adentro y la abuela Perla que viene de afuera. El espectáculo del niño acostado en medio del cuarto con los ojos dirigidos hacia arriba la sorprende y asusta. Los pensamientos de David, que tanto se esforzó en concentrar, se disparan como un castillo de naipes al viento.
- Abuela, David es un nombre lindo o feo ?
- David es un hermoso nombre - le responde, observándolo preocupada - ¿Volvieron los niños a decirte nombres?
- No, no me dijeron nada. Solo quería saber.
- ¿Alguien te dijo que era un nombre feo? si es de la Tora. Llevas un nombre santo.
- A mi no me gusta. Quisiera un nombre distinto.
- ¿Como es posible un nombre distinto? ¿Quien te metió esta idea en la cabeza?
- Nadie.
- David, mi hermano murrio tan joven, vuelve a nosotros en tu imagen. Lo sabes muy bien. ¿ No te parece bien llevar su nombre ? ¿ No te parece bien ser mi hermano?
- Abuela, no te ofendas...no es por eso...simplemente quiero llamarme Salvador.
- ¿Salvador? ¿quien es Salvador? - le clava sus ojos escrutadores,
mientras posa una mano fría, un poco húmeda sobre su frente.
- ¿Estas seguro, querido, que te sientes bien ?
- Abuela, no te aflijas, estoy bien.
- Ven siéntate a mi lado mientras preparo la bamia. Te quedas demasiado tiempo encerrado, y esto no esta bien.
Relatos de las Mil y Una Noches, aventuras y heroísmo de las que están llenas las historias de los gentiles, traídas por su padre del ejercito. Cuando esta de buen humor, accede a los pedidos de los vecinos y les cuenta cosas que escucho en los montes de Anatolía de sus compañeros de tienda. Historias de cabalistas que Erma Yuda y los viejos de Ozer Dalim cuentan una y otra vez. Cuentos sobre diablos y malignos que se narran en monótonas noches de invierno hasta que todos tiemblan de miedo. Anécdotas de mujeres en el umbral de su casas. Todo lo que se habla en los círculos de quienes rodean el brasero del cuarto y comen castañas cocidas y asadas. David lo devora todo, con hambre y ansia, sin saber de hartura. Hasta el fin de todas las noches esta dispuesto a escuchar. Sentado entre las piernas de la abuela se cuida de llamar la atención de los grandes, no sea cosa que lo manden a dormir. Algo de todo eso les cuenta a sus compañeros del patio de la escuela, entre timbre y timbre. En judeo-espanol, contrariando las ordenes de los maestros. El cuenta y ellos escuchan. Los cuentos preferidos son los que rebosan prodigios y milagros. Historias sobre los cabalistas y sus hazañas. Y si le tiran de la lengua cuenta también sobre el Mesías y el heroísmo de las tribus de allende el Sambation, cuya fuerza es semejante a la de Sanson, si no mas.
David se regodea con su circulo de escuchas que va en aumento y que le confiere, por primera vez desde que traspuso el portón del Talmud Tora, cierta importancia y jerarquía. Algunos niños, que cuentan entre los mas fuertes y temidos del aula, le envidian este poder, que se va revelando paulatinamente. Quieren que los niños participen en sus juegos, y hacen todo lo posible para estorbar y dispersar el publico de los débiles e insignificantes en el aula, que prefieren prestar su oído sediento a los cuentos de David.
Palestina esta clausurada por todos los costados, por los muchos pecados y el numero de quienes logran entrar en ella es sumamente escaso. Sus puertas se abren por un instante dejando una estrecha brecha para el paso del tío Menasch y la tía Victoria, recién casados, para volver a cerrarse de inmediato. Shemuel, el padre de David, fue a golpear a las puertas de los filántropos a fin de suplicarles que le den un certificado, pero volvió con las manos vacías. David recuerda los grandes preparativos que precedieron al viaje de la hermana de su madre y su marido, de regreso del ejercito. Retazos de conversaciones que tuvieron lugar un ano atrás, una generación atrás, durante el diluvio.
- Esta ciudad no volverá a ser la de antes. Te aseguro. Cuando empieza el deterioro, imposible detenerlo. Las ciudades tienen un destino igual que las personas. Si empiezas a caer, así esta escrito, acabaras en el suelo - dice el padre con voz abatida, como concluyendo una historia llena de tropiezos y enigmas.
Menasch, mas joven y encariñando con su cuñada, escucha con atención. Chupa el pucho de un cigarrillo como si en el estuviera la respuesta, sorbida de su boca. Expresa en forma cuidadosa y cauta su desacuerdo, rehusándose a ceder de inmediato a la desesperación:
- Pero tu sabes mejor que yo que no siempre fue así. No se puede dejar olvidado un puerto importante por mucho tiempo. Si es uno de los mejores quizás el mejor del país. Esta ciudad puede levantarse.
- Lo que fue, fue. Es verdad que en una época los barcos cubrían el agua hasta que era difícil ver el horizonte al oeste. Todos vivían y se sustentaban del bullicio de los diques. Desde los comerciantes hasta el ultimo de los estibadores. Quien quería trabajar, se sustentaba decorosamente. Pero, ¿que? Eso se acabo. ¿Y sabes porque? - Esta guerra ya no durara mucho. es difícil ver el fin, pero alguna vez vendrá, y pronto. cada día que pasa...
- No es esta guerra, ni ninguna otra. Son ellos. ¿ Acaso son capaces ellos de revivir la ciudad agonizante ? ¿Tienen acaso seso suficiente?
- ¿Ellos? ¿Quienes son ellos?
- ¡Ellos! Mira tu, a los armenios los degollaron, arrojaron a los griegos al mar, y a nosotros nos van estrangulando, lenta, pero seguramente....hasta que solo ellos quedaran. Toda esa ciudad les pertenecerá. hasta aquí, es fácil. El problema es hacer de esos montañeses salvajes, comerciantes y contadores. Nunca.
- Lo que ellos hagan o dejen de hacer, no nos concierne....El problema es ¿que podemos hacer nosotros para zafarnos? - comenta
preocupado. El, Menasch, confía en tener mas suerte que Shemuel. No quiere que sus cunadas se consulten entre si sobre como ayudar y a que santo recurrir para que afloje las cadenas de su aherrojado sustento. No, el no se pondrá amuletos debajo de la ropa antes de salir por la mañana a la calle. Se pondrá manos a la obra para mejorar su suerte. Debe haber alguna salida. Con un poco de esfuerzo, se le revelara.
- ¿Zafarse?- repite Shemuel la pregunta que quedo congelada en el recinto.
¿Quien no quiere zafarse? Queremos trabajar, estamos dispuestos a todo.
Pero vaya uno a encontrar trabajo en una ciudad que agoniza y una política cuyo único propósito es despojarnos y empobrecernos. Antes los turcos estaban sobre la montaña. Los europeos dominaban la costanera, griegos, armenios y judíos se mantenían en el centro, mas cerca del mar que de la montaña....Ahora ellos se bajaron de la montaña y lo ocupan todo,
llegando también al mar. Este es el fin de los demás y también de nosotros. No nos permitirán levantar cabeza, aun después de la guerra. Ya veras. Hay que irse, y lo antes posible.
- En esto estoy de acuerdo, pero, ¿adonde? Nosotros hemos renovado
nuestro pedido de certificado. Dicen que para las parejas jóvenes hay probabilidades...Listos y afortunados fueron aquellos que viajaron a los piases de ultramar a tiempo. Ahora no hay Estados Unidos, ni Buenos Aires, ni Brasil...no hay nada.
- Y también hacia allá, hacia las montañas, esta cerrado el camino. ¿Crees tu que no probé? Dos veces me sorprendieron. Por suerte fueron castigos leves. Ahora hay nuevamente posibilidades de entrar en Palestina...pero ¿quien esta dispuesto a ayudarte? Cada ratón se aferra a su propio madero...
- Palestina, Palestina - trata Menasch de acostumbrarse a la
palabra como si la sospechara - espero que de alguna manera partiremos hacia allá...
Las cosas se desarrollan con mayor rapidez de lo esperado. David y su madre se dirigen apresuradamente, junto con Vicky y Menasch, a la estación del tren. Emoción y expectativa dentro del recinto de alto techo sostenido por airosas columnas. Como siempre, el lugar bulle de gente impaciente que espera. Finalmente, David esta sentado en el vagón, junto a su madre, teniendo en frente a la tía Vicky. falta mucho para que parta el tren. Difícil es la despedida para las dos hermanas. La mas joven viaja con su marido a Palestina. Como separarse. Tratan de estar juntas hasta el ultimo momento.
Hermosa pareja. El, apuesto, de anchos hombros, aunque no demasiado alto. Una abundante cabellera le cae sobre la frente. Nadie en la familia como el para el buen humor y el espíritu travieso. Amante de la gente y de la amistad fácil, incluso con extraños. Durante seis anos estuvo entrando y saliendo de la casa hasta que desposo a la tía Vicky. No es extraño pues que no vean en el a un cunado, sino a un hermano. Carne y una de la familia. A su lado Vicky, esbelta y grácil, frágil, morena, de ojos de un verde intenso. Voz suave y timidez. La hermana mas pequeña, hija de la vejez de los abuelos.
Poco tiempo mas y el tren empezara a moverse, llevándose consigo a Vicky y su marido hacia las montañas del oriente. Desde allí marcharan a Palestina. Dichosos ellos que lo lograron, jóvenes hermosos y fuertes. Así los quieren allá. Lastima que David no tiene aun seis anos y no puede irse con ellos. Viaje prodigioso hacia lo desconocido, lo anhelado. David siente profundamente el dolor de la despedida.
- David, ¿que te parece si te vienes con nosotros? - se dirige Menasch al pequeño, para dispersar la pesada atmósfera.
- Si, si; llévenme - bala casi David con voz implorante.
- Bueno, si quieres, podemos esconderte aquí, debajo del banco. En cuanto pase el recolector de boletos sales y entras con nosotros por las puertas de Palestina.
- Deja al chico en paz - le dice la joven esposa, mientras se enjuga los ojos con un diminuto pañuelo - ¿no ves que también el esta por llorar ? Menasch acaricia tiernamente la cabeza del niño, mientras dice:
- No le hagas caso a las mujeres, David. Tu sabes que también vendrás. Un poco de paciencia. Dentro de poco iras a la escuela y podrás escribirnos.
Una membrana de lagrimas cubre los ojos del niño. El tren, fuerte y espléndido, empieza a mostrar senales de impaciencia. Un altoparlante hace escuchar una mezcolanza de palabras. Oro aprieta con fuerza la mano del niño y con la otra mano recoge el bolso para salir.
De pie en el anden sin la posibilidad de enjugar las lagrimas que fluyen de sus ojos. La tía Vicky y el tío Menasch, colgados desde la ventana hacia afuera, hablan como si se hubieran olvidado de decir lo esencial, agitan pañuelos. Chirrido acompasado de enormes ruedas sobre vías metálicas. David y su madre se quedan solos en el anden hostil, frío. Es necesario regresar. Un viento frío peina las calles.
Su ansia de redención y milagro aumenta día a día. Galope de caballos y sus jinetes en dirección a Oriente. Todo niño puede ser el Mesías, que redimirá al pueblo en su dispersión. Con un conjuro conducirá a la caravana de jinetes a su santo destino. El Mesías puede nacer en toda familia, en todo momento. Todo el mundo lo sabe, hasta las mujeres. Aquí, en lo alto de la calle, a pocos minutos del patio de David, ancianas gentiles vestidas de negro encienden velas en el lugar de nacimiento de quien erró y condujo al error. Sabetai Zevi, de maldita memoria, a quien se le revelo el secreto de las combinaciones, pero en vez de conducir a las tribus a Jerusalén prefirió ser un gran brujo haciendo nacer de la nada gallinas, y cabras mediante la combinación de los nombres prohibidos y otros grandes pecados. Ese hombre anathemizado y excluido hizo mal uso de sus prodigiosos dones, pero otro niño puede nacer en todo momento para producir el milagro que otros, en su insensatez, frustraron.
Quizás el niño ya haya nacido - dice muchas veces el anciano Erma Yuda, y ya ande por aquí, puesto que, donde ira el niño si no es a la judería y al patio grande donde viven judíos. De mujer nació y su aspecto es como el de cualquiera de nosotros, pero aun no obtuvo la señal para darse a conocer. No se excluye que sea de la edad de David. Entonces, se gana la dulce idea a su corazón, ¿porque no el, el y no otro? En cuanto reciba la señal, se pondrá al descubierto. No en vano lo educa la abuela Perla en el temor de Dios y cuida que no pase por alto ningún precepto. El no es como los otros. Lo que a aquellos le esta permitido, a el se lo prohiben, y lo que espera a el, no le espera a ellos. De ninguna manera. David Salvador, Rey de Israel, redentor de los judíos. Verdad que no hay que revelar prematuramente el asunto, ni a la familia ni a los amigos, que son capaces de burlarse, poner coto a la redención. Pero tampoco puede abstenerse de sembrar insinuaciones aquí y allá. De todos modos, no falta mucho para la revelación.
David empieza a revelar a los mas selectos de sus escuchas una pizca y otra pizca, pese a la promesa solemne de guardar el secreto y no profanarlo a oídos de los indignos. El, David, es hijo de la tribu de Sanson, la mas importante de las tribus de los judíos. La reacción, sorpresa y alzar las cejas. Cuando al día siguiente vuelve a decirlo comienzan a indagarlo y a poner dificultades. Como lo sabes, preguntan una y otra vez. David se pone triste. Que senales y que pruebas tiene. Que de una muestra de su poder.
Si los mas fieles admiradores de sus historias exigen una prueba. ¿Como reaccionarían los otros niños de la escuela? Una profunda preocupación se asienta en el corazón de David. Las primitivas tribus de Israel. Nuestros patriarcas de antaño. Es inconcebible -cavila- que fueran todos iguales en su aspecto, en los rasgos del rostro. No es posible. Seguramente algunos eran altos, otros bajos, algunos morenos, otros claros, y así sucesivamente. Lo esencial es poder identificar hoy, de acuerdo con los rasgos de cada niño, la antigua tribu en la cual nació. Si supiéramos cual de las tribus se distinguía por la nariz grande y las orejas separadas, el trabajo seria mas fácil. Los iniciados en los secretos y en la cábala pueden descubrir todo eso con su fervor, suscitando los sueños nocturnos o concentrando al máximo su pensamiento.
David tiene rodillas especialmente salientes, que se destacan en sus piernas flacuchas como estacas. ¿Será ese un rasgo característico de la tribu de Sanson? David revela ese detalle con mucha cautela a los mas selectos de sus amigos, pero estos no se entusiasmaron como se figuro. Escuchan que en el, David Abulafia, transmigraron y se conjugaron las almas del rey David y de Sanson, a fin de que se revele como el Mesías y los redima, escuchan esas cosas tremendas y es como si no escucharan.
El secreto encuentra también su camino hacia los oídos irreverentes, indignos de anuncio tal. David lo ve en los ojos y los rostros inflamados de un corro de niños que esta vez se amplia mas de la cuenta, y ya no hay escapatoria.
- ¿Escuchaste lo que este dice? - pregunta Benzion Sidi, peludo y negro a su lugarteniente inseparable - ¿escuchaste bien?- ¿Dijiste, tribu de Sanson? - se acerca el rey de los bravucones de la escuela, y trata de palparle los musculos del brazo.
David retrocede, asqueado. No sabe que el lugarteniente del peludo alcanzo ya a colocarse en cuatro patas a sus espaldas, y en su retroceso David tropieza con el, rodando en el polvo, para estrepitosa risa de los circunstantes. Se levanta y sacude el polvo de sus pantalones, su rostro arde de humillación y de dolor por la tradición de sus amigos. Como quisiera ser fuerte para someter a ese gandul y hacerle morder el polvo del patio. Pero este Sidi no renuncia así como así a su fácil presa.
- No escuchamos bien lo que dijiste antes- se acerca otra vez, con
afectada melifluidad en la voz- ¿Eres Sanson, o el hermano de Sanson? - y nuevamente un fuerte empujón y otra vez agacha en cuatro patas alguno de sus adlateres. David vuelve a caer y se golpea la frente. Las lagrimas pugnan por salir, cálidas y ardientes de desesperación inhibida, pero por suerte irrumpe el timbre, y todos se apean de el dejándolo polvoriento, abochornado, abatido. Por primera vez desde su rendición, David acoge el odiado timbre con un suspiro de alivio.
Las dudas de los niños y la infame traición lo abaten, y su seguridad empieza a abandonarlo. Pasan algunos días sombríos. De pronto le parece vislumbrar un cambio favorable y la prueba cortante se la presenta, a su prodigiosa manera. Una prueba concluyente.
Sentado en el umbral de la casa concentra su pensamiento en la tribu de Sanson y los habitantes de las orillas del Sambation, cuando pasa a su lado, rozándolo, uno de los niños, llevando un dibujo sobre una cartulina blanca, que muestra orgulloso, a quien quiera verlo. Todos se acercan para contemplar el dibujo, en el cual aparece, quien, sino Sansón, apresando dos columnas para derribarlas y sucumbir junto con los filisteos, sus enemigos y torturadores. He aquí la señal, ¿que mejor prueba que esa? Digan lo que digan los bravucones, Salvador pertenece a la tribu de Sanson y su destino es redimir a los judíos. No mas el esmirriado David Abulafia sino un Mesías al frente de una hilera de jinetes que cabalgan a través de los desiertos y montes de Arabistan.
Pasa una semana, y esta renovada esperanza también se apaga. David vuelve a abatirse. Nadie lo entiende. Sus partidarios lo abandonan. Quizás la gente no querrá ser redimida. ¿Que puede hacer? El anciano cabalista dijo mas de una vez: "La redención del Señor es de un abrir y cerrar de ojos. ¿Que significa de un abrir y cerrar de ojos? Significa que si no se la reconoce de inmediato y con corazones anhelantes, oculta el rostro y vuelve a desaparecer...quien sabe por cuanto tiempo..."
Cierta vez dijo: "Si los judíos observaran - pero todos al mismo tiempo- un solo Shabat como es debido - al día siguiente estarían redimidos. Un solo esfuerzo y se alcanzara la redención". David trata de ser severo consigo mismo y con los demás. Si todo depende de un solo esfuerzo, acabara por conseguirlo. David sale a la calle y a los patios vecinos y su corazón se abate. He aquí un niño que hace sonar las monedas de su bolsillo; un hombre camina con el cigarrillo encendido en la mano. Un corro de muchachos absortos en juegos de azar. Alguien entrando en un restorán de gentiles para comer alimentos impuros. Sin hablar de los que se sientan a las mesas de los cafés y concurren a las canchas de fútbol de los barrios turcos. Así un Shabat, y otro, y otro. Todos son profanados y la ansiada redención se posterga una y otra vez. ¡Que irresponsabilidad! ¡Que dolor!
La gente, al final de cuentas, no quiere ni lo merece. Las intenciones de David son puras, su sueno, enaltecido. Pero si no es capaz de conducir a las huestes de allende el Sambation y a esos judíos míseros e indignos de la ciudad hacia Palestina, quizás haya llegado el momento en que David atienda a sus propias necesidades. En ultimo caso, se salvara el del exilio, dejando a la ciudad y sus habitantes abandonados a su suerte. ¿Como no se le ocurrió esconderse debajo del banco del tren en el que el tío Menasch viajo a Palestina? Si hubiera aceptado esconderse, hasta que pasara el inspector... En las fotos que llegan de allí se ve al tío Menasch trabajando con otros hombres en el campo. También se ve a la tia Vicky trabajando con las mujeres. La madre de David llora a la vista de las fotografías: "¡Como se queman al sol!" y la tía Rajel la grande, cuyo marido habla tan bien el francés, agrega con un suspiro: ¿Quien hubiera pensado que Vicky, tan suave, tan delicada, acabaría trabajando en el campo, como una campesina turca? ¿Por que la dejamos irse, tan lejos de nosotros?
Pero David no se lamenta por la suerte de Menasch y Vicky. Los suspiros de la tía Rajel no lo afectan. En su oportunidad Menasch le hizo entender, allá en el tren, lo recuerda muy bien, que se escondiera debajo del banco y viajara con ellos a Palestina. Se lo sugirió en tono travieso, y con un guineo, mientras las dos hermanas lloraban, una en el hombro de la otra. Si entonces hubiera comprendido...Un solo gesto, una palabra de asentimiento, en el momento preciso, y a estas horas estaría redimido. Quien sabe quizás también el, David, como los otros niños de su clase, no tiene fe suficiente que lo haga digno del milagro que ansia. Por que como es sabido, el prodigio puede producirse en cuestión de un abrir y cerrar de ojos. Pero, ¡ay dolor! le fue escamoteado. Y quien sabe por cuanto tiempo.
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