Thursday 9 July 2009

Desde mi punta de vista





El poeta y su traductor.
Un caso de dos mundos paralelos

Shlomo Avayou



Preparado para la mesa redonda
¨Joan Maragarit y sus traductores¨
en el Instituto Cervantes ,
Madrid, 21 de abril, 2009


Antes de todo me gustaría dar gracias al Centro Blanquerna, a la Casa Sefarad-Israel y al Instituto Cervantes por su gentileza de haberme invitado a esta fiesta del magnífico poeta que es Joan Margarit.
Nací en la judería sefardita de Esmirna, Turquia, y vivo desde mi niñez en Israel. Soy poeta hebreo-israeli, y de vez en cuando, traduzco poesía del catalán, del castellano y del turco - al hebreo, por supuesto.
En los amaneceres y los atardeceres, saboreando el café turco en mi jardín, me gusta leer uno u otro libro agradable. Leyendo hace poco los cuentos cortos de Miss Marple, la simpática detective de Agatha Cristie, se me ocurrió hablar del traductor como el detective que trata de intuir los motivos secretos del autor, o algo más sospechoso, como el asesino del autor, motivado, muchas veces, por la envidia y la frustración. Pero estos sentimentos de culpa del desgraciado traductore-traditore italiano, no me parecen inteligentes y los podemos descartar de repente. Fue una buena suerte que en el pasado febrero, al cumplir yo los setenta años, me regaló mi editor un libro precioso que lo leí con mucha emoción. Me refiero al libro del cosmologista japonés Michio Kaku, Mundos Paralelos, Un viaje en la Creación, Altas Dimensiones y el Futuro del Cosmos. Leyéndolo se me ocurrió que sería muy apto de hablar del poeta y de su traductor como un caso más de dos mundos o de dos universos paralelos.

En mi artículo ¨Joan Margarit – Uno de los Nuestros¨, publicado en la revista digital andaluza, ¨El Coloquio de los Perros¨ hablé de tres tipos de traducciones:
1. La traducción académica, que se cree más correcta y fiel al original y que en realidad, salvo en unos casos de gran talento, les falta la chispa y sirven sólo para los juegos académicos...
2. La traducción hecha por un poeta-traductor, que es más creativa y está destinada al amante de la poesía. Esta traducción se permite, a veces, demasiadas libertades, un uso mal visto por una respetuosa profesora que lo denominó ¨saltimbanquis utizando el texto original como si fuera un trampolín...¨, y ya diré más allá algo sobre este divertidísimo trampolín...
3. La auto-traducción del poeta, como el caso de Joan Margarit, que se traduce a sí mismo al castellano, y que según él mismo, y con buena razón, no se habla precisamente de una traducción, sino que de una creación de ¨versiones castellanas¨, que hasta un grado se pueden alejarse del original, si así les da la gana, pero igualmente legítimas como las catalanas...
Siendo mi mamá, Clara, una mujer sefardita humilde, que sin ver escuela en su vida, y que perteneciendo a una minoría marginada, cuando no perseguida, tenía que conocer, para sobrevivir, las lenguas de unos ¨otros¨, siempre más poderosos. Comprendía y hablaba, aparte de su ladino natal (o sefardí, según lo llaman aquí), el griego de los vecinos, el turco del país y más tarde, el hebreo que adoptaron, al llegar a Israel, sus propios hijos. Es por esto que siempre ella me decía que ¨cada lengua es un mundo¨.

En un mundo globalizado como el nuestro, desaparecen diariamente una multitud de lenguas de aborígenes o de minorias de todo tipo, muriendo como el ladino de mi niñez. Con la muerte de cada una de estas lenguas todos nos empobrecemos. El universo según el ladino no es el mismo como el universo según el turco, el catalán, el castellano y ciertamente no como el universo según el hebreo, que tanto amo.
La traducción de poesía es un arte per se. Y siendo que cada lengua es un mundo completo y distinto, no todo pasa de una lengua a la otra en la traducción. La libertad y la creatividad del traductor son atributos vitales. La traducción no es una copia del original y siempre se pierde, o se gana, algo en el proceso. De mi propia experiencia como traductor puedo decir que me es mucho más fácil traducir al hebreo del catalán y del castellano, siendo que ambos idiomas, como el ladino, son de origen románico, en contradicción al turco Ural Altáico o Mongól. Hay en la sintaxis del catalán y del castellano unas huellas del hebreo de las escrituras sagradas y de la actividad de los traductores judíos activos en la era formativa de estas dos lenguas. El turco, es, según ya hemos dicho, de otra rama lingüística y además –nunca tuvo contactos fructíferos con el hebreo de las escrituras judeo-cristianas. Es difícil de traducir del turco y mucho más del turco-otomano al hebreo. Es un desafío especial y también un ejercicio para el intelecto y para la creatividad. He traducido al hebreo el Kara Kitab (¨El Libro Negro¨) de Orhan Pamuk y acabo de preparar una vasta antología de la poesía turca contemporánea con algunos ejemplos de la otomana, creyendo que no hay un puente mejor que la poesía para el diálogo entre los pueblos, especialmente en nuestra región y en nuestros tiempos tan cargados de odio y de agresión por todos los lados.
Por todo lo dicho antes, la traducción de un poema no tiene que ser –y en realidad no es– un servicio al poeta ajeno. Prefiero verlo como uno de mis vicios, un juego intelectual hermoso que da mucha satisfacción y esta profundamente marcado por la creatividad libre y caprichosa. El poeta-traductor no es inferior, de ninguna manera, al escritor del original, sino que un artista independiente y la amistad, como el amor, no existe entre superiores e inferiores, sino que entre los seres igualmente creativos e independientes. Por su curiosidad intelectual y por su naturaleza (¿no fue el propio Antonio Machado quien ya lo dijo... que somos en el buen sentido de la palabra – buenos?) los artistas buscan el diálogo y los contactos culturales. Los artistas provenientes de otras lenguas y de distintos ambientes nos enriquecen, sin que nadie sufra y pierda lo suyo. Joan y yo podemos servir como ejemplo positivo: buenos amigos, ambos poetas y por más maravilla - traductores uno del otro...

El universo nos cambia a todos nosotros, y todos los seres humanos, al observarlo, lo cambiamos. La poesía original o en traducción, los poetas con sus traductores, toman parte activa en este proceso de cambios y de progreso. Joan, con sus dos antologías de su poesía en traducción al hebreo, esta hoy día presente en el mundo literario hebreo en Israel y lo admiran cada día nuevos lectores. Joan en catalán es un mundo, Joan en castellano es otro mundo. Son mundos paralelos. Lo mismo ocurre con el distinto mundo de Joan en hebreo. En el proceso de su metamórfosis algunos términos, algunas ideas o detalles tuvieron que ser ¨judaízados¨ para integrarse en el universo según el hebreo, para familiarizarse con el lector israelí de hoy día... Tenemos pleno derecho de decir que Joan es uno de los nuestros. Lo mismo podría yo decir de un otro amigo mío y de Joan. Me refiero al poeta castellano Luis García Montero, igualmente traducido al hebreo y querido en mi país. A pesar de que ambos, en su visita a Israel, al oírme decir que sólo les faltaba la circuncisión para integrarse mejor en nuestro ambiente, no sé por qué razón, se volvieron de repente los dos muy pálidos...
Es un complemento que a los poetas y a los traductores de poesía igualmente nos llamen saltimbanquis sobre el trampolín. No hay que olvidar que la misma creación, según Einstein, no es sino una enorme membrana (¨La teoría de la M¨) es decir, un gran trampolín en perpetuum mobile y que a pesar del principo de la incertidumbre y de todos los peligrosos agujeros negros, todavía sostiene, bastante bien, a todos los mundos.
La traducción de un poeta por otro poeta podía ser denominada, según el libro de Michio Kaku un hermoso viaje en la Creación, y el proceso de creatividad poética una de las Altas Dimensiones, y un encuentro hermoso como el de esta tarde –hay que verlo como un elemento muy vital para el futuro del Cosmos humano.


Abril del 2009

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